lunes, 18 de mayo de 2009


Pep Guardiola acaba de firmar, tras la derrota del Real Madrid en Villarreal, un 'doblete' indiscutible en el año de su debut como técnico en Primera (hace un año dirigía en Tercera) y cree que no habrá dos sin tres. De momento, le apetece celebrar el título que más valora, por el que más horas de trabajo han empleado él y sus jugadores. Una Liga que sentenció su equipo con la obra maestra del Santiago Bernabéu (2-6) y que tiene conseguida con 86 puntos y 103 goles a tres partidos de la conclusión del campeonato. A tiro, si apetece, de los records en propiedad de su rival blanco de Madrid.
El 17 de mayo de 2006, hace justo tres años, el Barça conquistaba en París su segunda Champions y el segundo título de la temporada bajo la dirección de Frank Rijkaard. También entonces habían arrasado en la Liga (82 puntos). De aquella plantilla, que se dio a la molicie en las siguientes dos campañas, saltaron apenas dos de sus personajes. Un par de futbolistas que habían sido cruciales en los éxitos del primer 'bienio Rijkaard'.
Guardiola, baza presidencial para detener una rebelión social en el club azulgrana, alumbró en su mente el método para que las piezas volvieran a engranarse sin chirriar. Un ideal de juego hermanado con el lujo, pero también con la disciplina, el compañerismo, el compromiso y la profesionalidad. Confianza máxima en la calidad, vigilancia estrecha de los usos y abusos de los futbolistas.

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